¿Estamos preparados para los Chief Health Officers?

El paso del coronavirus ha sido devastador, dejando un halo de muerte, temor y profundos efectos económicos, junto con cierres de empresas y desempleo. Por otro lado, a esta altura de la pandemia, resulta casi una obviedad señalar que la salud, y todo lo que la rodea, ha adquirido un rol crucial y es un insumo a considerar, antes de realizar cualquier planteamiento.

Sumado a ello, han cobrado una importancia insospechada cargos que antes no eran apreciados en su justa dimensión. Junto con ello, se han visibilizado nuevos roles que antes eran privativos a un número acotado de empresas, pertenecientes a un determinado sector.

Por ello, en el selecto grupo de los llamados C-Suites, conformado por los CEOs (Chief Executive Officer), CMOs (Chief Marketing Officer), CFOs (Chief Financial Officer) y CTOs (Chief Technical Officer), hoy se ha abierto un espacio para la irrupción de los CHOs (Chief Health Officer).

Seguramente, para los que se desempeñan en el sector salud, llámese clínicas, farmacéuticas y/o empresas de biotecnología, este cargo es parte de su ADN corporativo y su importancia no es nada nuevo. Sin embargo, lo destacable es el hecho de cómo los CHO se irán haciendo cada vez más relevantes, más allá del ámbito clínico-farmacéutico, como resultado de la pandemia y sus efectos en la vida de las personas y, por ende, performance actual y futuro de las empresas.

De hecho, un estudio, recientemente divulgado por una consultora de retail en Estados Unidos, señala que la experiencia del cliente y la satisfacción de los colaboradores dependen más que nunca de los protocolos y las mejoras de estos. Por ello, hoy se requiere de un nuevo liderazgo de nivel C, un Chief Health Officer, mismo que debe ser capaz de establecer una visión desde la salud pública y garantizar que las iniciativas se ejecuten de manera oportuna y eficaz.

Por ello, no resulta muy extraño pensar que este rol corporativo tome un protagonismo inusitado, en un corto plazo, dada su injerencia transversal en lo estratégico, táctico y operativo, independiente de su sector. Y donde cada empresa, debiese hacer el ejercicio de valorar integrarlo a su equipo ejecutivo y toma de decisiones.

Sin lugar a dudas, este proceso de vuelta a la normalidad se presenta como un momento preciso para que las empresas se puedan anticipar y proyectar la pertinencia de este rol. Eso sí, como señala el estudio, debe ser a “nivel C”, sino su existencia no pasará de ser algo meramente cosmético o comunicacional.

Columna original publicada en Diario Financiero

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